LA VICTORIA ESTA GARANTIZADA.
Cuando colocamos nuestra vida espiritual en el altar de nuestro Dios, confiamos a Él todas nuestras batallas y confesamos que nada podemos hacer sin su intervención, pasamos a ser, entonces, Fuertes y más que vencedores. Nuestra confianza no está basada en nosotros mismos, pero si en el Rey de los reyes y Señor de los señores. No existe fracaso para un hijo de Dios, no existe desánimo o inconsistencia. Cuando caemos Él nos levanta, cuando lloramos Él nos consuela y nos hace sonreír nuevamente, cuando todo parece perdido, Él nos presenta la puerta de las grandes victorias. Cuando nuestra fe en el hijo de Dios es absoluta, descansamos delante de todas las batallas. Él pelea por nosotros, nos protege del ataque del enemigo, nos lleva a las fuentes de aguas tranquilas. Napoleón confió en su propia fuerza, así como el gigante Goliat. Nosotros, como David, confiamos en la fuerza del Señor. ¡La victoria está garantizada! Somos más que vencedores con el poder del Espíritu Santo!
AMEN Y AMEN
sábado, diciembre 13, 2008
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