(Leer Romanos 8:3-7)
La nueva fuente de poder, cuando aceptarmos a Cristo en nuestro corazón, como nuestro único Salvador, el Espíritu Santo de Dios, actúa desde la conversión misma del creyente. Si nos dejamos dirigir por Él, también cumpliremos las exigencias justas de la ley; si hacemos lo que Dios dice en Su Palabra, andaremos entonces conforme al Espíritu, lo cual significa que, en nuestra vida, damos el primer lugar al Espíritu y que Él llena nuestro pensamiento. Las cosas por las cuales nos dejamos guiar se reflejan en nuestra forma de pensar, de sentir, de reflexionar y de actuar. ¿Cuáles son nuestros anhelos?
Los que nos hemos convertido a Cristo, tenemos una vida nueva y verdadera; hemos recibido el Espíritu Santo. A pesar de la lucha que aún tenemos,en la carne, nos interesamos en cosas muy distintas a las de antes de nuestra conversión. Antes pensábamos en cosas terrenales “conforme a la carne”; nuestra vida se centraba en nosotros mismos, en nuestros triunfos, en nuestras victorias, en nuestros logros, pero ahora que somos verdaderamente de Cristo, nuestras victorias son VICOTIRA DE EL, NUESTROS LOGROS SON SOLO POR EL. DIOS NOS HACE MAS QUE VENCEDORES! CON EL PODER DEL ESPIRITU SANTO SOBRE NOSOTROS!
Desde la conversión, los creyentes pensamos en cosas celestiales y la vida se centra en Dios. ¿Cuál es el resultado de esto? ¡Vida y paz (v. 6)! Recibimos en nuestro interior la vida auténtica y verdadera, y esta vida sale a flote y se hace visible en la forma de vivir. Apreciamos las cosas que nos rodean de una manera muy distinta, la vida ha adquirido sentido. Hay paz en el corazón porque todo está arreglado con Dios (Romanos 5:1-2). Experimentamos esa paz profunda si nos entregamos a Dios en todos los aspectos de nuestra vida, es decir, si permanecemos dirigidos por Él.
lunes, enero 12, 2009
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