Cristianos libres por el Cristo del Sermón de la Montaña en todas las culturas de todo el mundo
Max-Braun-Straße 2, 97828 Marktheidenfeld – Alemania
Carta certificada con acuse de recibo A los obispos diocesanos alemanes
Remitentes:
Dieter Potzel, teólogo y ex pastor protestante luterano
Dr. Peter Thurneysen, médico y psicoterapeuta
Matthias Holzbauer, periodista y escritor
Alfred Schulte, periodista y escritor
Dr. Gert-Joachim Hetzel, abogado y escritor
Dr. Christian Sailer, abogado y escritor
19 de agosto de 2009
Advertencia Requerimiento de abstención
¡Escuchad, vosotros obispos!
¡El juego ha terminado!
¡Dejad de llamaros «cristianos»!
Durante siglos el consorcio de la Iglesia, al frente del cual están todos ustedes, ha engañado a las personas y las ha tratado de tontas, para subyugar religiosamente al pueblo y poder seguir esquilmándolo, al continuar éste pagando cumplidamente sus impuestos a la Iglesia.
Pero se pone cada vez más de manifiesto: La institución que ustedes gobiernan sin duda ha hecho alarde del nombre Jesús, el Cristo, así como si ustedes fueran los legítimos herederos. Pero en realidad ustedes han pisoteado Su herencia, y con susdoctrinas –y aún más con sus obras– se han burlado de Él y Le han calumniado sin cesar, y lo siguen haciendo en la actualidad. A diario clavan a Jesús, el Cristo, denuevo en la cruz, porque hacen lo contrario de lo que Él quiso. Y después lo llevan arastras como al hombre muerto en la cruz –a ÉL, que en realidad ya ha resucitado–, en procesión triunfal por las calles, como a un trofeo que han capturado.
¿Qué otra cosa que una usurpación de la herencia espiritual, una falsificación y un fraude de etiquetaje espiritual es lo que está haciendo la Institución que ustedes representan? Además es hipocresía, pues se engalanan con un nombre que no les corresponde, habiendo traicionado abiertamente las verdaderas enseñanzas y el modelo ético y moral de Jesús de Nazaret. De no ser así, el pasado de su institución no estaría lleno de sangre y crímenes. Y de no ser así, al menos en la actualidad se comportarían como Jesús dio ejemplo con su vida. Pero esto de ningún modo es así, como vamos a exponer a continuación (véase la documentación adjunta).
Jesús enseñó: «Primero enseñad, y después bautizad». Con esto deja a toda persona el libre albedrío. Ustedes, por el contrario, capturan a bebés, los vacunan con complejos de culpabilidad a una temprana edad infantil, los amenazan con castigos infernales y con la condenación eterna, y con este chantaje logran conseguir obediencia e impuestos a favor de la Iglesia. No rara vez las consecuencias son enfermedades mentales, como por ejemplo neurosis eclesiógenas y otras anormalidades como la pedofilia. Cualquier otra organización hubiera sido prohibida por ello hace mucho tiempo por ser una organización totalitaria, por desacato a la Constitución y por violación de los derechos humanos.
¿Qué dijo Jesús cuando expulsó del templo a los que comerciaban con animales de sacrificio vivos? «¡Mi casa ha de ser una casa de oración para todos los pueblos! Pero vosotros habéis hecho de ella una cueva de ladrones!». (Mc 11, 17)
Pero no teman. De ningún modo queremos expulsarlos de sus ostentosas cuevas y palacios. Ustedes pueden quedarse tranquilamente allí y tener la fe que quieran, pues ninguna fe se puede demostrar. También pueden continuar dejándose pagar por aquellos que encuentran que las ceremonias y ritos de ustedes –que proceden del paganismo– están bien, y que quieren continuar adorando los huesos de muertos y las estatuas de los supuestos «santos».
¡Háganse llamar católicos, nadie se lo va a discutir! Nosotros sólo queremos una cosa: ¡Que no se sigan llamando más «cristianos»!
Pues el cántaro va tantas veces a la fuente –hasta que se rompe. Y lo que ustedes vienen haciendo desde hace siglos hasta en la actualidad con las enseñanzas originales y puras del Nazareno, produce una total indignación en aquellos que en su vida toman en serio a Jesús, el Cristo, y a Su enseñanza, el Sermón de la Montaña, para realizarlo paso a paso.
¡Basta ya! Ya que, sí: todavía existen los seguidores de Jesús, el Cristo, quienes aún no se han dejado nublar el cerebro con las letanías y dichos piadosos, quienes aún pueden sumar que dos y dos son cuatro, y en su corazón pueden diferenciar entre el bien y el mal, tal y como nos enseñó Jesús de Nazaret. Quienes aún tienen la mente clara para captar lo que el gran maestro de la humanidad, Jesús, el Cristo, quiso decir, con las palabras: «No acumuléis tesoros que la polilla y el orín corroen», «Quien tome la espada, bajo la espada morirá», «Primero enseñad, después bautizad», «Para quien tiente al mal a uno de estos pequeños niños, que creen en mí, hubiera sido mejor haber sido arrojado al mar con una piedra de molino al
cuello», «No os hagáis llamar Padre», «Sólo uno es santo, vuestro Padre en el Cielo».
¿Son tan difíciles de comprender estas frases? Y a pesar de ello, su institución ha logrado en el nombre de Jesús, el Cristo, actuar en contra de cada una de estas pocas frases que hemos expuesto aquí, trayendo sobre la humanidad un sufrimiento infinito, mares de lágrimas, y sangre; ¡y además haciéndose pagar por ello! Hasta el día de hoy la Iglesia aún no se ha distanciado verdaderamente de este pasado criminal. A pesar de que el historiador y escritor alemán, Karlheinz Deschner, una de las celebridades críticas más importantes de nuestros días, después de varias décadas de estudio de la historia de la Iglesia llega a la conclusión:
«Después de ocuparme intensamente de la historia del cristianismo, en la Antigüedad, en la Edad Media y en la época actual, incluyendo especialmente el siglo XX, no he conocido ninguna otra organización en el mundo, que al mismo tiempo se haya cargado con crímenes durante tanto tiempo, tan a menudo, y de forma tan terrible, como la Iglesia cristiana, en especial la Iglesia católica romana».
(La Iglesia ofendida, pág. 42 y sig.)
¡Basta ya! Ha llegado el momento en el que por fin va a ser rehabilitado el nombre de Jesús, el Cristo, el profeta de Dios más grande de todas las épocas, quien en la cruz se convirtió en nuestro Redentor, que resucitó y que va a regresar en Espíritu, y que, sin embargo, todavía sigue siendo mantenido clavado en la cruz por ustedes.
A pesar de todas las persecuciones a lo largo de la historia, a pesar de la Inquisición y de la exterminación de todos los «movimientos herejes», también a pesar de la «moderna» Inquisición de nuestros días: ¡De nuevo estamos aquí! Luchamos por rehabilitar a Jesús, el Cristo. Somos cristianos libres que seguimos las huellas del librepensador Jesús de Nazaret. Que no consideramos que Su Sermón de la Montaña sea una utopía, sino que es la única oportunidad real que hoy en día todavía tiene la humanidad. Y porque Jesús, el Cristo, nos importa mucho, porqueÉl es nuestro amigo celestial y nuestro hermano divino, el Redentor de todos los hombres y almas, ya no aceptamos más que ustedes y su doctrina eclesiástica institucional abusen constantemente de Su nombre, para lograr otras cosas. Por eso:
• Continúen disfrutando tranquilamente de su riqueza multimillonaria, continúen acumulando sus acciones, participaciones y bienes inmuebles de su consorcio eclesiástico, mientras más de mil millones de personas pasan hambre. ¡Pero por favor no se sigan llamando más «cristianos»!
• Continúen haciéndose cebar cada año con los pagos multimillonarios de los contribuyentes, con subvenciones estatales por todo, incluyendo sus sueldos de obispos, mientras millones de personas del pueblo no tienen empleo y sufren de pobreza, mientras el contribuyente lo siga consintiendo y lo sigan permitiendo los que son sus obedientes lemingos del gobierno. ¡Pero no se sigan llamando más «cristianos»!
•
• Sigan difundiendo tranquilamente el embustero «cuento social» de que el sistema de ayuda social alemán se derrumbaría si no existieran las Iglesias, a
pesar de que todas las instituciones públicas de obras sociales de la Iglesia son subvencionadas casi en un 100% por el Estado alemán y pagadas por los correspondientes beneficiarios. Pero entonces no se denominen «cristianos» –pues en tal caso deberían cumplir el octavo mandamiento. Continúen justificando las guerras y operaciones militares e incluso hagan creer a las nuevas viudas de los soldados que es la voluntad de Dios «defender a Alemania en el Hindu Kush» afgano-paquistano –pero no se denominen «cristianos».
Sigan vacunando a sus creyentes con la existencia de la «condenación eterna» y de un «Dios que castiga», haciéndolos caer en grandes angustias psíquicas y distanciándolos de nuestro Padre celestial, que es todo amor – pero entonces denomínense «católicos», pero no más «cristianos».
Sigan aseverando tranquilamente en sus colecciones de dogmas que «Nadie fuera de la Iglesia católica, ni pagano, ni judío ni no creyente, puede participar de la vida eterna, sino que caerá en el “fuego eterno..., que está preparado para el demonio y sus ángeles”» (según el libro de los teólogos católicos alemanes Neuner y Roos, nº de margen 381). Estas son formas y gestos de amenazas católicos, pero no cristianos.
Sigan discriminando a las mujeres mientras que éstas lo permitan, pero no sigan llamándose por más tiempo «cristianos».
Continúen encubriendo a los violadores de niños entre sus filas de clérigos y sigan trasladándolos de una parroquia a otra hasta que por fin haya poblaciones y ciudades enteras que se salgan de la Iglesia, porque han colmado su paciencia y no quieren seguir siendo testigos de ello –pero por favor, no sigan por más tiempo denominándose «cristianos».
Pueden seguir dándose por contentos con el hecho de que muchos miembros de su Iglesia continúan haciendo de las suyas en la sociedad, sin ética, sin moral, sin decencia, sin estilo y sin compostura alguna –pero no permitan que éstos entonces se llamen «cristianos».
Sigan pisoteando la enseñanza de «la fe de hechos» que nos trajo Jesús, el Cristo, cuando dijo: «Quien escuche éstas Mis palabras y las ponga por obra, es un hombre inteligente...». Sigan proclamando Su edificio de dogmas paganos, sus sacramentos y rituales. Sigan denominándose «católicos», pues nadie se lo reprochará, pero entonces no se llamen «cristianos».
Sigan permitiendo las crueldades bestiales contra los animales que son practicadas en la actualidad en los laboratorios de experimentación y en la ganadería intensiva –pero no se llamen durante más tiempo «cristianos». Pues Jesús de Nazaret fue un amigo de los animales.
¡Basta ya, es más que suficiente! ¡No estamos rebatiéndoles sus creencias!, sino que les exhortamos a no seguir utilizando el denominativo «cristiano». Si hasta el 20 de Septiembre de 2009 no nos lo confirman, con el fin de
rehabilitar a Cristo llevaremos ante los tribunales el uso descomedido de ese nombre.
Como se trata de un suceso de interés público, nos permitiremos informar a la opinión pública.
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